Te damos la bienvenida...

Blog creado por alumnos del ISER de La Rioja.El propósito principal es la difusión de actividades, recursos y el intercambio con locutores y trabajadores de los medios, y de todo aquel interesado en incrementar el contenido de este sitio y de nuestra apasionante actividad.cualquier tipo de consulta mandanos un mail a iserlarioja2008@gmail.com.

domingo, 26 de octubre de 2008

EDUCACION




La educación: entre los padres y el contexto social

Por Ana Lìa Chreim.2º Año carrera de Locutor Nacional. ISER. La Rioja.Catedra de Redaccion Periodistca


Nuestro sistema educativo está cambiando, nuestros profesores tienen que comenzar a adaptarse al cambio social, ellos hoy no solo educan sino también deben contener de manera afectiva a los alumnos. Para alcanzar otra perspectiva, la profesora y vicerrectora del Colegio Provincial Nº 1, Esther Romero nos cuenta como han cambiado los alumnos y los roles de los educadores en sus años de docente y directivo.

Desde los inicios de la década de 1980 ya se tenía una clara conciencia de que nuestro sistema educativo se estaba transformando irreversiblemente. Hoy nuestros profesores, se encuentran súbitamente desorientados por una aceleración del cambio social que alcanza a nuestras instituciones de enseñanza, modificando su trabajo en las aulas y planteando problemas nuevos a los que les resulta difícil hacer frente.

De alguna forma, los educadores han ido descubriendo la necesidad de adaptarse al cambio, modificando sus roles profesionales ante una realidad social e institucional en constante cambio. “Hoy ha cambiado la nueva generación tanto de los docentes como de los alumnos, y el contexto social influye notablemente en eso”, asegura la profesora Esther Romero.

La modificación de la estructura familiar, la incidencia de los avances tecnológicos, los procesos sociales ligados a la globalización, la falta de acuerdos sobre los valores educativos en una sociedad pluralista en la que distintos grupos defienden diferentes modelos educativos, la modificación de las relaciones laborales que exigen nuevos planteamientos formativos y, en general, el proceso de cambio registrado en nuestras instituciones escolares, son otros tantos temas sobre los que hay que reflexionar para orientar ese proceso de transformación y de adaptación a los profundos cambios vividos por un sistema educativo que ahora se plantea el reto de mejorar la calidad de la educación.

Enseñar hoy es algo cualitativamente distinto de lo que era hace treinta años. El trabajo de muchos de nuestros profesores está más cerca de las labores de un asistente social que del papel tradicional de un maestro. La sociedad pide a nuestros profesores un esfuerzo de integración que éstos afrontarán con generosidad; pero al mismo tiempo nuestra sociedad debe apoyar y revalorizar el trabajo de nuestros profesores para no enfrentarlos a una tarea imposible.

Todo el mundo habla de darle calidad a nuestro sistema educativo, pero si no se enfrentan los nuevos problemas sociales cuyas raíces están fuera del aula, se agudizarán las disfunciones de nuestro sistema educativo y descenderá la calidad de nuestra enseñanza ya que la actual situación de crisis aumenta la desmoralización del personal educativo. Y éste, junto con las organizaciones no-gubernamentales son unas de las pocas instituciones que están implicadas, cada día, en labores de cohesión social y en paliar las consecuencias de la marginación que genera un desarrollo insostenible.

Al respecto, Musita (2001) hace referencia diciendo: “La familia es el agente básico en la formación del autoconcepto y en el desarrollo del proceso de socialización primaria, en el cual el niño adquiere las normas y valores fundamentales para vivir en sociedad. Sin embargo, las presiones económicas y sociales han desestructurado a muchas familias que ya no pueden ofrecer a sus hijos los dos elementos básicos para la construcción del autoconcepto: afecto y modelos de conducta”.

Desprovistos de afecto y de modelos de conducta los niños recurren a las reacciones agresivas, primero como una forma de reclamar atención, después como una venganza ante un mundo hostil que no les entiende y que les margina, precisamente a causa de sus mismas respuestas agresivas. El círculo vicioso se retroalimenta. La violencia engendra más violencia y se vuelve contra quienes la utilizan. La sociedad genera más represión y con ella más agresividad contenida. Con respecto a esto la profesora agrega: “El adolescente necesita afecto, que se preocupen por él, saber que lo tienen en cuenta. Creo que la escuela, le brinda al alumno en cierta forma ese afecto y contención que necesita, ya sea por los compañeros, por los docentes o por los directivos”; “ Yo les hablo con el corazón y los chicos cambian su actitud, porque ellos siempre están a la defensiva, todo el mundo los ataca y si vos les gritas ellos también gritan, en cambio si los hablas bien ellos te entienden y se dan cuenta de que uno en la escuela los quiere y los contiene”.

Diversos factores contribuyen a fortalecer la idea de que la familia se inhibe en algunas de sus responsabilidades educativas básicas. Entre estos factores cabe citar: la escasa aceptación de responsabilidades educadoras respecto a sus hijos por parte de los hombres; la incorporación masiva de la mujer al mundo del trabajo, y la consiguiente reducción en el número de horas de convivencia con los hijos; igualmente, el modelo de familia se ha reducido en el número de sus miembros acabando con la labor educadora que previamente ejercían abuelos y hermanos mayores. “El problema de ahora es que los padres al tener que trabajar tanto tiempo para mantener a la familia e intentar satisfacer las necesidades que los adolescentes les imponen, no están en la casa, por ende los chicos se crían con la empleada, con los hermanos más grandes o solos”; agrega la docente.

Como consecuencia de ello, cada vez se extiende más la idea de que toda la labor educativa debe hacerse en los centros de enseñanza, produciéndose auténticas lagunas si la institución escolar descuida el campo educativo, aunque se trate de valores básicos, como las normas de comportamiento social o el equilibrio emocional, tradicionalmente transmitidos en el ámbito familiar. “La familia es lo fundamental para que un pueblo se construya, la base de toda sociedad es la familia y si ésta se destruye, en lo sucesivo se destruye la sociedad”, y agrega: “los valores siempre fueron los mismos, los que cambiamos fuimos nosotros”, dice la profesora Romero.

Cotidianamente, nuestros profesores constatan que los padres de los alumnos más conflictivos se desentienden de cualquier contacto con las instituciones escolares de sus hijos, haciendo buenas las conclusiones de los trabajos de Husen (1972) que, sobre un amplio abanico de factores implicados, señalan las expectativas de los padres sobre el futuro de sus hijos como el factor que más alto correlaciona con el éxito y el fracaso escolar.

Nadie puede esperar que la educación solucione ninguno de los problemas sociales pendientes mientras dejemos solos a los profesores, y el resto de la sociedad se inhiba en sus responsabilidades educativas. Ciertamente, nuestro sistema de educación debe dar respuestas educativas a los nuevos problemas sociales, pero también deben desarrollarse los conceptos de sociedad educadora y de relación escuela-familia para crear una conciencia de responsabilidad compartida.

No hay comentarios: